Diálogo de saberes

EL PODER DE LA PALABRA

Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo (Wittgenstein, L.)

El poder de la palabra consiste en la capacidad de decretar, persuadir, construir un vínculo comunicativo a partir de un diálogo íntimo, personal, familiar y social de tal manera que se expresen diversidad de opiniones. Este es tan grande, tan significativo que suele dejar huella de forma positiva o negativa en las personas.

La palabra es un instrumento de uso social en el que todos y cada uno a partir de la necesidad propia transmite algo a alguien.  Por eso, en primera instancia es necesario tener muy claro el propósito del mensaje cómo también a quien va dirigido, esto con el fin de entregar y recibir un mensaje claro y coherente.

Asimismo, la palabra sirve para fomentar el diálogo en familia, la comunicación personal y social, el aprendizaje escolar, el conocimiento cultural y la convivencia democrática. Por otra parte, en el escenario escolar, el diálogo cobra importancia porque es una herramienta vital en los procesos de enseñanza y el aprendizaje. En el ámbito educativo se vive, se trabaja y se construye con el lenguaje y la lengua, como instrumento de comunicación, de significación e interacción permanente entre los diferentes actores de la comunidad. En palabras de Lomas (2017, p. 16) las palabras en la educación tienen una influencia innegable en la medida en que el lenguaje y la acción educativa, se orientan como cualquier otra acción humana, a hacer algo y a menudo lo hacen. En ese hacer con las palabras nada es arbitrario y sí se establecen vínculos afectivos y éticos con los estudiantes.

Así, la escuela entendida como un escenario social en la que converge el encuentro de múltiples seres, saberes, conocimientos y culturas en cada uno de los espacios de construcción del conocimiento; implica interacciones sociales complejas que demandan, en primer lugar, respeto entre los interlocutores y en segundo lugar, el reconocimiento de la diferencia entre los mismos.

De igual manera, la escuela diversa de hoy, debe asumir como reto posesionar la palabra en la construcción de una ciudadanía democrática, en un país que adicionalmente, adelanta procesos de negociación de paz y que tiene como objetivo el reconocimiento de los derechos humanos. Es decir, que a cada uno de los agentes de la comunidad establezcan relaciones horizontales que permitan asumir el diálogo como un mediador en la interacción, participación, encuentros y desencuentros en la vida escolar. Además, que cada proyecto genere espacios para escuchar, argumentar, proponer, discernir, interpelar y llegar a consensos.  En este contexto Bajtín (1982) plantea:

El diálogo gana significado precisamente porque los sujetos dialógicos no solo conservan su identidad sino que la defiende y así crece uno con el otro. Por lo mismo, el diálogo no nivela, no reduce el uno al otro. Ni es favor que el uno haga al otro. Ni es táctica mañera, envolvente, que el uno usa para confundir al otro.  Implica, por el contrario, un respeto fundamental de los sujetos involucrados en que el autoritarismo rompe o impide que se constituya (p.139).

Conviene subrayar, en esta instancia, que la escuela requiere pensar en el uso de la palabra, en el contexto actual colombiano, donde los agentes participantes traen consigo  una historia, derivada del conflicto interno, de la violencia social y económica, el desplazamiento voluntario o forzado, la democracia restringida, la corrupción, el proceso de negociación de la paz, entre otros.  Por ello se debe tener cuidado con el lenguaje y la forma de cómo se manifiestan, ya que con ellas se pueden tener interpretaciones negativas a tal limite que se hiere, insulta, denigra o niega a una persona.

De ahí la importancia de expresar ideas, opiniones argumentos que se enfoquen  en la intencionalidad, el valor y el efecto posterior que  tienen las palabras en la comprensión de la lengua, ya que es bastante compleja y va más allá del conjunto de reglas que estructuran su funcionalidad.  Baena (1989, p. 11) expone que la lengua no puede ser analizada como un banco de significados hechos, sino como una estructura cuyo funcionamiento se orienta hacia la producción de significados en el proceso de la significación, unida de manera íntima a las prácticas humanas del conocimiento, la comunicación y la recreación del sentido de nuestra experiencia de la realidad objetiva, natural y social.

A modo de conclusión, el ser humano debe ser cuidadoso con lo que comunica, cómo lo comunica y a quién lo comunica resaltando el poder que tienen las palabras y la trascendencia en quienes nos rodean. La escuela, por su parte, debe reflexionar sobre cómo se están usando las palabras, fomentar el uso de un discurso sano, de un uso apropiado del lenguaje, la lengua, con adecuadas expresiones para construir con los estudiantes redes sociales respetuosas, de comunicación asertiva a partir de las diferencias encaminadas hacia la búsqueda de la paz, de la sana convivencia, de formación ética y de valores.

Referencias

BAJTÍN, m. (1982). Estética de la creación verbal. México: Siglo XXI.

BAENA, L. A. (1989). El lenguaje y la significación. Univalle. Cali. En Revista Lenguaje No. 17. p. 11

LOMAS, C.  (2017) El poder de las palabras. Bogotá. Editorial Santillana.  p. 16

Por: Mercedes Hernández Saby
Docente Humanidades J.T

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