Cultura

EL SUEÑO DE RUTHER

Ruther era estudiante de grado décimo de un colegio distrital. Era un joven de 15 años creativo, inquieto, introvertido; aburrido de las cosas que enseñaban en su colegio, pero amante de las aventuras y muy solo.

Era una tarde después del colegio, llovía y mientras observaba por la ventana de su cuarto pensaba en lo aburridas que habían sido las clases de hoy: trigonometría y química. Se había quedado profundamente dormido, tratando de estudiar sobre los temas vistos hoy en las clases: Teorema de Pitágoras y el átomo.

Soñó que navegaba en una pequeña barca por un océano. Buscaba un tesoro en un mapa que tenía en sus manos. Llegó al punto que indicaba el mapa, una pequeña isla en medio de la nada. Las instrucciones indicaban sumergirse 400 metros bajo el agua y luego caminar 300 metros siguiendo la señal de unas flechas en el suelo. Al terminar el recorrido en línea recta, encontró una puerta. La puerta conducía a un mundo mágico. Era el mundo “Subatomico”, según lo anunciaba el letrero de la puerta; al mirar hacia atrás observó que el camino recorrido se había borrado y ya no sabía cómo regresar.

Tan pronto pudo atravesar el umbral de la puerta, observó con asombro que podía ver claramente los átomos que conformaban a cada ser y elemento en este mundo mágico, incluso los átomos de sí mismo. Se encontró con cada habitante de este mundo, que por cierto, eran muy extraños, pues sus formas, en dos dimensiones, eran cuadradas y triangulares, pero no cualquier triangulo, todos era rectángulos. Al verlos les comentó lo que había ocurrido, y les pidió ayuda para poder regresar a la barca que lo llevaría a casa.

Así que los subatomitas, llevaron a Ruther a donde el gran maestro Pitágoras, era un hombre extraño, muy delgado, con barba y en su cuerpo plano pintaba símbolos de operaciones matemáticas, era un hombre muy radical y le gustaba ayudar a solucionar problemas. Al escuchar la versión de Ruther, con voz fuerte grito: ¡Teorema! Es la solución… y Ruther se preguntó: ¿de qué habla el maestro?

Utilizando los cuerpos de los subatomitas, el maestro Pitágoras llamó un habitante triangular y tres habitantes cuadrados y les dijo: ¡Formación! Sobre cada lado del triángulo se habían unido cada uno de los tres cuadrados de manera perfecta. La edad de cada cuadrado correspondía al valor de su área, así explicó el maestro; según él, esto dependía de la medida de cada uno de sus lados, con la cual nacían y vivirían por siempre, así que su edad sería eterna. Los cuadrados del ejemplo tendrían 9, 16 y 25 años respectivamente. Entonces Ruther observó que al sumar la edad de los dos primeros obtendría la del tercero y preguntó: “¿esto se cumple para todos los triángulos rectángulos?”. El maestro con la humildad otorgada por la sabiduría, asintió con la cabeza; Ruther preguntó de nuevo: ¿Cómo hacen para saber cuál es la medida de cada uno de sus lados? A lo que uno de ellos respondió: ¡Muy fácil!, sacamos la raíz cuadrada de nuestras edades y esto nos da la medida de nacimiento (la medida de cada lado).

Ruther quedó contento con la explicación, e intentó aplicar el Teorema del Maestro Pitágoras a las medidas con las cuales se había desplazado, pues dedujo que había recorrido dos lados de un triángulo rectángulo y debía hallar el tercer lado para poder llegar de nuevo rumbo a su barca. Hizo los cálculos (400m)2 + (300m)2= 250.000m2 este resultado sería la edad del cuadrado más grande, pero él necesitaba la longitud de sus lados y recordó que debía sacar la raíz cuadrada, obteniendo así 500m. Con este dato consultó de nuevo a los habitantes subatomitas, y ellos que conocían a todos los sabios de su mundo lo llevaron a donde los maestros alquimistas capaces de transformar los átomos desde su esencia; ellos le ayudarían a construir un hilo de oro de 500m que lo llevaría rumbo a su barca.

Para cumplir con esta tarea, los maestros alquimistas tuvieron que construir los átomos de oro, usando la técnica de la fusión, de esta manera lograron reunir el poder de 79 subatomitas que daban origen a un átomo de oro. Era tanto el poder reunido que alrededor de cada grupo fusionado de subatomitas, aparecían nubes protectoras que los defendían de cualquier ataque. Debido a que el hilo era muy largo, los maestros alquimistas decidieron compartir con Ruther y los subatomitas el máximo secreto del poder guardado en un átomo, la capacidad de unir átomos entre sí, a este antiguo poder se le conocía como la fuerza del enlace. Con los átomos de oro, la fuerza del enlace se manifestaba cuando las nubes protectoras giraban no solo alrededor de un grupo de subatomitas, sino que todas las nubes giraban alrededor de todos haciéndolos más fuertes y resistentes que cuando estaban separados. Ruther estaba maravillado con el poder de la fusión de la fuerza del enlace que había aprendido de los maestros alquimistas, pero mayor fue su sorpresa al darse cuenta que de él también emanaba una fuerza del enlace con nubes protectoras a su alrededor; y fue gracias a esa fuerza, que Ruther pudo deslizarse sobre el hilo de oro, atravesando el mundo de los subatomitas hasta llegar al bote que lo había traído a semejante aventura.

Finalmente al llegar a la barca, Ruther recibe un mensaje de los maestros alquimistas, quienes le obsequian el hilo de oro con el que podría cumplir todos sus deseos, pues, la magia que había desarrollado Ruther en su viaje estaba dada por el conocimiento que había adquirido del maestro Pitágoras y los maestros alquimistas. Al despertar, descubre lo divertidas que podrían ser las clases si dejaran poner a vuelo su imaginación.

Gloria Andrea Cifuentes – Licenciada en Matemáticas UD

Jeny Carolina Botía – Licenciada en Química  UD

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