Bien sabemos que el acceso a la información de todo tipo está a un clic de distancia, ahora podemos recorrer una biblioteca, solicitar el préstamo de un libro, aprender nuevos idiomas e interactuar con culturas diferentes y muy lejanas, todo sin tener que salir de casa. Contrario a lo que se podría haber precedido, todas estas comodidades no nos han convertido en ciudadanos más cultos o mejor informados, por el contrario nos ha llevado por caminos confusos en donde la verdad y el saber se ven desvanecidos por la inmediatez y el facilismo.
Así mismo, la gran cantidad de herramientas que nos permiten organizar, presentar y manipular contenidos nos hace creer que somos una sociedad más creativa, que al tener tantos recursos podemos llegar a soluciones más eficientes a la diversidad de problemas que se nos presentan. Pero no ha sido así, el desborde de herramientas aún exige que el ser se dedique a aprender sobre éstas, desafortunadamente la disciplina y la paciencia son capacidades de las que nuestras nuevas generaciones carecen.
Con una sociedad sumida en la ilusión de la información y la tecnología, la reflexión del docente del área de informática inicia con un pensamiento: podemos tener un computador de avanzada, con aplicaciones sorprendentes en cuanto a manejo de color, animación o contenido pero, si no enseñamos a nuestras estudiantes acerca de cómo sacar el mayor potencial de las herramientas éstas convierten en simples objetos suntuosos quedando sometidas a la subutilización.
La lucha diaria en La Merced en el campo de la informática, es un reto entre tecnología – cerebro, donde se conceden espacios para plantear problemas que permitan ver de qué es capaz el ser humano cuando busca soluciones precisas. Así se le da sentido a las herramientas, de allí que no hay tecnología que pueda ser provechosa sin la mano creativa del hombre para usarla.
La transformación social que como institución educativa hemos buscado, involucra además una revolución en la forma de ver la tecnología como un desarrollo del y para el hombre que no lo esclavice ni lo condene, que lo libere en pensamiento y le permita desarrollar todo su potencial, que nos siga asombrando cada vez más pero que su impacto no desplace las capacidades inigualables del ser.
Por: Rosa Patricia Ángel
Docente de Informática JT
