Había una vez una reina que obligaba a sus súbditos a que le llevaran regalos. Un día quisieron agradar a la soberana, organizándole una fiesta, ella se enteró y estuvo de acuerdo y les pidió que todos llevaran obsequios.
Llego el día del festejo. La reina emocionada estaba lista en su trono para recibir todos los presentes, así ocurrió, al iniciar la fiesta todos de acercaron para entregar su obsequio.
Un súbdito muy humilde le llevó una piedra, la reina al ver semejante regalo. Lo arrojó a la alfombra con desprecio, la piedra se abrió por la mitad de aquella piedra había salido una esmeralda muy radiante, los guardaespaldas la levantaron y se la llevaron en un cojín, la reina quedo sorprendida por aquel regalo.
Enseñanza: No debemos juzgar a las personas por su apariencia pues si buscamos en su corazón podemos encontrar valores como piedras preciosas.
Paula Ramirez. Curso 601 j.m.